06/10/2024 TN.com.ar - Nota

Inteligencia artificial en el ámbito educativo: el desafío de la transparencia
Mariángeles Castro Sánchez
OPINIÓN. Columnista invitada (*) | Los modelos de IA han penetrado múltiples áreas y actividades sociales. En el terreno de la educación, emergen nuevos dilemas, como el imperativo de transparentar los usos asumidos por los diferentes miembros de la comunidad.

Con la diversificación de prácticas que incluyen inteligencias artificiales , salen a la luz inconsistencias e interrogantes respecto de la necesidad de una alfabetización específica y de la conveniencia de impulsar integraciones transversales y colaborativas. En el nivel superior, los claustros están comenzando a capacitarse para potenciar con IA las experiencias pedagógicas, y este movimiento puede revolucionar la forma en que se enseña y se aprende en la universidad.
Existe un déficit de gobernanza y notables lagunas en materia normativa. Aquí se verifican dos tensiones centrales:
La velocidad del cambio nos exige estar alertas y abiertos a discernir qué es lo mejor en cada caso. La evaluación es un punto crítico que es preciso salvar desde su planificación y que debe tener en cuenta, además de los objetivos de aprendizaje, un contexto tecnosocial que hoy más que nunca demanda la adquisición de competencias digitales por parte de todos los actores. No podemos soslayar la realidad de que la IA marca un antes y un después en los procesos de formación y desarrollo profesional.
Si hace años venimos combatiendo las brechas, la redistribución de habilidades que la inteligencia artificial está generando amenaza con traducirse en desigualdades más profundas . De ahí que adherir con la UNESCO a un enfoque centrado en el ser humano parece ser una vía razonable para avanzar hacia una inserción inclusiva y sostenible.
Llegados hasta aquí, volvemos al inicio y remarcamos la necesidad de hacer visible el uso de la IA por parte de los distintos actores de la educación, teniendo en cuenta que fomentar prácticas éticas y creativas debería ser parte sustantiva de la labor docente. Por eso hace falta darnos una taxonomía que explicite para qué se está utilizando, por lo menos hasta que su adopción se generalice y quede normalizada a nivel institucional.
Si bien algunos argumentos podrían apalancarse en la idea de que es necesario que los jóvenes expandan capacidades fundamentales sin recurrir a otras inteligencias, también es cierto que las competencias en IA tendrían que cruzar el diseño curricular, tal como lo sugiere la UNESCO. Ampliar facultades para el manejo de tecnologías y la reflexión sobre sus limitaciones, sesgos e implicaciones éticas es un ejercicio prioritario.
Porque, en definitiva, las regulaciones de cara a los estudiantes no pueden eximir a los profesores ni consentir opacidades. Hay un tema de integridad académica elemental que atañe al conjunto y subyace a este planteo: una contradicción de base que reclama ser encauzada. Porque si la universidad busca mantenerse fiel a los principios de equidad y transparencia, los grupos de interés involucrados deben abrazar un marco ético común en el que la coherencia sea la regla, y no la excepción.
(*) Mariángeles Castro Sánchez es docente, investigadora y directora de estudios del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral


Imagen: tn.com.ar


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