|
 |
|
01/08/2025 El Economista - Nota - Economía - Pag. 8
entrevista Esteban Domecq Invecq
"Hay una crisis de bajo poder adquisitivo, pero no de desempleo"
Ramiro Gamboa
Esteban Domecq no es un economista común. Su biografía está atravesada por los vaivenes de la economía argentina que dejaron una huella en su recorrido personal y profesional. La economía, a Esteban, le pasa por el cuerpo, le pasa por la vida. Cuando se lo escucha hablar sobre la tablita de Martínez de Hoz, la híper de 1989, el tequila de 1995 o el corralito del 2001, no se limita a recitar números abstractos o términos técnicos: habla de heridas, de momentos, de giros bruscos en su propia vida. "El tequila se llevó mi campo y mi infancia", recuerda. Domecq nació en febrero de 1981, justo cuando la economía argentina volaba por los aires con Martínez de Hoz. Creció en Temperley, al sur del conurbano bonaerense, y tuvo una infancia dividida entre el ritmo tranquilo del campo y la vida urbana. Hasta que llegó la crisis del tequila, la gran debacle financiera de mediados de los noventa, y con ella la caída abrupta del presupuesto familiar. A los 14 años, tuvo que cambiar de colegio, abandonar amigos y entornos conocidos, y entender –a la fuerza– lo que significaba una crisis económica. Su padre, quien hacía consultoría para grandes empresas, estuvo casi dos años sin trabajo. Más adelante, mientras estudiaba Economía en la Universidad de Buenos Aires, Domecq se encontró con otra crisis, tal vez la más honda de todas: la de 2001. Su primer trabajo, lejos de las elegantes oficinas de un banco o de una multinacional, fue en un modesto local de ropa para bebés en Lomas de Zamora, que había puesto su madre. "Allí aprendí el minuto a minuto, la diaria. La economía en la facultad es una carrera por momentos muy teórica, en la esfera planetaria", explica, "pero en el negocio familiar se aprende sobre la calle, los números concretos, se habla con la gente, se factura". Era la otra cara de la economía, la más terrenal. Fundó su primera empresa a los 25 años, especializada en financiamiento a pequeñas y medianas empresas. Con la imposición del cepo cambiario en 2011-2012 por parte del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, percibió que el modelo económico estaba llegando a su límite. Fue entonces cuando decidió crear su consultora, Invecq: una combinación entre el acrónimo de Investigaciones Económicas y el final de su apellido, Domecq. "Era lo que más me apasionaba: asesorar a empresas y pensar la economía desde una perspectiva macro", explica. En pocos años, Invecq se consolidó, creció y logró diversificar servicios. Hoy cuenta con más de veinte personas en su equipo, entre economistas y consultores empresariales. También fue la semilla del Congreso Económico Argentino y de la Exposición Argentina de Economía, Finanzas e Inversiones (Expo EFI), eventos que Domecq ideó en tiempos en los que el Indec intervenido ocultaba la auténtica inflación del país. "Había que alumbrar esa nubosidad", cuenta. Para el primer congreso, recuerda que se presentó en FIEL, habló con Daniel Artana, con Miguel Kiguel en Econviews, con Carlos Melconian, Orlando Ferreres y Tomás Bulat, entre otros referentes. Les propuso crear un espacio donde distintas visiones pudieran ofrecer datos y diagnósticos sobre la economía argentina. Así nació el Congreso Económico Argentino, en marzo de 2013. Un año después, ese evento mutó en una propuesta más abarcativa: la Expo EFI. En su edición más reciente, convocó a casi ocho mil personas, con más de 200 conferencias distribuidas en siete auditorios simultáneos. Lo notable en Domecq es la serenidad con la que relata estos logros. Al hablar con El Economista, Domecq no muestra ningún apuro, ninguna necesidad de impresionar. Al contrario, parece alguien francamente feliz de estar donde está, reflexiona con calma sobre una economía que tantas veces definió su destino personal. Ante algunas preguntas largas no morcillea: escucha. Su padre, quien nunca pudo estudiar, siempre tuvo pasión por la economía, y Esteban –el segundo de cinco hermanos– fue el primero en lograr un título universitario. "Fue una especie de transición", dice, casi emocionado, "completé algo que a él le había faltado". Su madre volvió a estudiar de grande y ejerció como docente terciaria. Son datos que revelan una constancia familiar que lo ha marcado a fuego. "La economía argentina no crece desde 2011, justo desde que creé la consultora", recuerda con una sonrisa, consciente de la paradoja. La inestabilidad económica, lejos de desanimarlo, lo desafía: "Esto es 24-7, muy difícil, vertiginoso. Aunque también entretenido y desafiante". Tal vez lo más fascinante de su recorrido sea esa idea constante de que el destino económico del país nunca le fue ajeno, sino que estuvo entrelazado con su vida personal. Domecq es un economista profundamente argentino en ese sentido: entiende de ciclos porque los vivió, los sufrió, y –en el fondo– los respetó. Y los respeta. Los sigue respetando. Los mira de frente. Después de todo, los economistas argentinos son hijos de la incertidumbre. Domecq lo asume con naturalidad y con algo parecido a la fortaleza. Algunos analistas señalan que la política económica actual se concentra exclusivamente en las variables macro –déficit, tipo de cambio, inflación– sin una mirada activa sobre los sectores productivos. ¿Puede una economía crecer de manera sostenida sin una estrategia sectorial? –Si se tiene un Titanic que se está hundiendo y alguien tiene enormes problemas en los camarotes 1, 2 y 3, los del 4, 5 y 6 están más o menos, y los del 7, 8 y 9 están bien, la persona que es capitán del barco no tiene que salvar a quienes están en los camarotes 1, 2 y 3, sino que la prioridad es salvar el Titanic. Eso es macroeconomía pura. Si el gobierno no arregla la macro, no va a tener buenos resultados electorales. Basta mirar las últimas seis elecciones en Argentina. Desde 2013 hasta el presente hubo seis elecciones: tres presidenciales y tres de medio término. En cinco perdió el oficialismo. Solo hubo una victoria, la de 2017, transitoria, de Macri. Después fueron todas derrotas. Porque la economía está rota y es por culpa de la macro, no de la micro ni de sectores puntuales. Una vez estabilizada la macro, tiene que venir un proceso de contención sectorial o micro. Y hay que tener en cuenta que esta estabilización macro, que se da en el marco de esta transformación económica, también cambia el set de dinámicas sectoriales en términos de ganadores y perdedores. Porque cada modelo económico genera ganadores y perdedores. Argentina va a tener que empezar a favorecer algo que no hizo en los últimos 20 años, que es beneficiar a los sectores que, por cuestiones "naturales", tienen más ventajas comparativas y son más dinámicos. Hubo sectores que se sostuvieron artificialmente y solo pueden subsistir en una economía cerrada, desequilibrada, con impulso artificial a la demanda, bombeo fiscal y bombeo monetario. Ese cóctel explica por qué el Titanic se está hundiendo, por qué la economía argentina es lo que es desde hace 15 años, y por qué cada vez se ha desequilibrado más, ha acumulado inflación y pobreza. Allí reside el estancamiento estructural: se castigó a los sectores competitivos para sostener a sectores no competitivos. Desde su consultora Invecq señalan que el rebote iniciado a mediados de 2024 se interrumpió en febrero de 2025. ¿Qué factores explican el freno? –Entre abril de 2024 y febrero de 2025 hubo una recuperación lineal, una recuperación tras una caída que terminó siendo menos profunda de lo que esperábamos, y que fue más fuerte, más vigorosa de lo que imaginábamos. Desde febrero de 2025 hasta el presente, estamos viendo una meseta irregular: una especie de límite al proceso de recomposición del nivel de actividad. De febrero a la actualidad la economía flota de forma irregular. De febrero a julio, el crecimiento acumulado es cero. Los interanuales dan bien por la base de comparación, que es baja. ¿Qué fue lo que permitió esa recuperación tan lineal y vigorosa? La recomposición de los ingresos, fruto de la estabilización. La baja progresiva de la inflación del año pasado permitió que, desde abril de 2024, los ingresos le ganaran a la inflación mes a mes. Hubo un proceso lineal de recuperación de los ingresos, aunque heterogéneo: algunos recuperaron mucho –el sector privado y algunos sectores en particular– y otros recuperaron poco, por ejemplo los salarios públicos nacionales. Pero el primer gran driver era la recomposición de los ingresos. Esa recomposición, en los últimos cinco meses, da cero. Otro motor de la demanda ha sido el crédito. La estabilización económica y el ordenamiento de las cuentas públicas permitieron una expansión fuerte del financiamiento, y eso motorizó sobre todo el segmento de bienes durables o semidurables: autos, motos y electrodomésticos. El crédito desde abril se está apagando. Porque, con el reseteo del programa que se hizo con el FMI, la tasa de interés en términos reales quedó alta y hasta octubre va a ser difícil que baje. Y después de lo que vimos con el desarme de las LEFIs, es una tasa de interés que implica un costo financiero alto para empresas e individuos. No estimula el crecimiento, y, por el contrario, empieza a aparecer morosidad, irregularidades en las carteras y cheques rechazados. Desde el lado de la demanda, otra variable es el empleo. Hubo un proceso de destrucción neta de empleo que terminó en agosto de 2024. Si bien la economía tocó piso en abril, la pérdida de empleo siguió hasta agosto. Desde agosto hasta el presente hay creación neta: se crean más puestos de los que se destruyen. Y si bien hay creación neta, es anémica en el sector privado, casi cero. Es un driver que no tiene potencia para empujar. Desde el lado de la demanda no hay más impulso. Y por eso la actividad no puede avanzar mucho más. Desde el lado de la oferta, hay sectores que están dinámicamente expansivos: minería, petróleo, gas, energía, real estate y algo de servicios profesionales. Apenas alcanzan a contrarrestar el resto, que está resentido por este cóctel macroeconómico combinado con la apertura económica. Y por eso la actividad no puede avanzar. Se recuperó, quedó en este nivel y empieza a flotar en esta meseta irregular, de la cual va a ser difícil salir hasta después de las elecciones. Hay que observar el resultado electoral, lo que haga el gobierno en materia de programa económico; y las reformas estructurales. ¿Cómo debería el Gobierno intervenir –si es que debería hacerlo– frente a esta economía de "dos velocidades"? –En el corto plazo, diría que el programa económico viene transitando etapas. Estamos en una etapa que empieza el 11 de abril, con ese reseteo que se da en el marco del nuevo acuerdo con el FMI. Es una etapa que va del 11 de abril al 26 de octubre. Esta programación económica deja este nivel de actividad, y no puede dar mucho más en lo inmediato, porque arrastra desequilibrios acumulados y aún hay cuestiones por resolver. El programa está muy avanzado en algunos frentes, en otros avanza más o menos, y en algunos todavía falta bastante. Eso impide, por ahora, estimular más la actividad. No hay reservas –se sigue con reservas netas negativas–, no hay financiamiento –el nuevo riesgo país sigue en 700 puntos–, y es una economía que todavía tiene inflación, de 1,5 o 2 % mensual. Además, hay presión dolarizadora por las elecciones. Estos problemas, con los que el programa aún convive, le impiden atender de lleno a esas velocidades más bajas, a esos sectores que están saliendo de manera anémica en esta etapa de transición electoral. En el último tramo del informe de Invecq señalan una mejora en los activos financieros: subas en bonos, en acciones como YPF, y un riesgo país que se mantiene relativamente estable. ¿Considera que estas señales reflejan una mejora genuina en las expectativas sobre la economía argentina? –Este es un escenario financiero que, a pesar de las mejoras, sigue siendo un contexto en el que los activos argentinos tienen mucho recorrido alcista o de recuperación. Por eso el riesgo país está en 770 puntos. A fines del año pasado, el riesgo país estaba en 550. El gobierno asumió en diciembre de 2023 con el riesgo en 2000 puntos. Eso implicó un rally fenomenal de acciones y bonos muy importante. Pero ese rally se terminó a finales del año pasado, y este año los problemas que quedan por resolver en el programa económico, más todo el ruido político y algo de ruido externo, explican por qué el riesgo país, que venía bajando, bajando y bajando, se estabilizó en 750 puntos. Son mejoras de corto plazo, diarias o semanales, en un contexto de activos argentinos que siguen castigados por la incertidumbre, por las elecciones, por el ruido político y también por algo de ruido económico. Hasta que no se despeje eso, no veo en el corto plazo motores que cambien esta tónica. Hasta que no pasemos por las urnas y sepamos qué votan los argentinos, hacia dónde quieren ir y qué hace el gobierno con ese resultado electoral, difícilmente podamos tener un rally que se profundice y, como consecuencia, un riesgo país que baje a 300 puntos. No imagino ese proceso de acá a octubre. ¿Cómo impacta el riesgo político sobre la economía y qué tan decisivas pueden ser las elecciones de septiembre y octubre para el rumbo económico? –El impacto es total. Una pregunta que hacen empresarios e inversores, sobre todo del exterior, que toman decisiones de inversión de largo plazo es sobre las garantías jurídicas que tiene el RIGI. Están interesados en las instituciones, en las reglas de juego, en los derechos propiedad. Y ese sigue siendo un punto débil en esta Argentina. Eso atenta contra la inversión, contra el riesgo país, y contra el crecimiento económico. Otra pregunta que hacen es sobre los competidores de Milei en las elecciones legislativas de este año. Hay mucha incertidumbre política por la falta de consensos. Hay un giro marcado del gobierno nacional de Javier Milei, es claro hacia dónde va, pero no está tan claro el rumbo de los liderazgos a nivel provincial y municipal. Esa falta de consensos y de certeza respecto al rumbo político de la Argentina implica que el riesgo de reversibilidad de todo el proyecto libertario sea alto. Y si el riesgo de reversibilidad es alto, eso paraliza la toma de decisiones de largo plazo. ¿Qué tan contundente tendría que ser una victoria del oficialismo para fortalecer el programa económico? –Habrá que ver el lunes 27 de octubre. Está claro que un escenario de empate va a ser negativo. El gobierno nacional necesita ganar por una diferencia de al menos 5%, y es probable que el mercado pida una diferencia de 10%. ¿Tiene sentido pensar que el gran punto de inflexión político no es esta elección, sino la de 2027? –Las dos son muy importantes, pero las de este año son fundamentales porque se tiene que llevar el programa económico a la fase de reformas estructurales. Se tiene que activar, y de manera acelerada, toda la batería de reformas estructurales pro-crecimiento, pro-inversión, pro-competitividad para destrabar los segundos años. Si no, la economía argentina no va a crecer. Y vamos a seguir atrapados en esta trampa de estancamiento estructural. Y ahí sí se compromete 2027. Le asigno la misma importancia a ambas elecciones en este momento de la Argentina. ¿Por qué no crece el empleo de calidad en la Argentina y qué está faltando en la política económica para revertir ese estancamiento? –La Argentina no crece desde el año 2011, y la creación de empleo privado registrado tampoco crece desde 2011. Desde ese año hasta ahora, se han creado alrededor de dos millones de puestos de trabajo. La mitad ha sido monotributo, empleo precarizado; la otra mitad se ha dividido entre empleo público y empleo informal, no registrado. El empleo de baja calidad es consecuencia de la falta de crecimiento económico y de la legislación laboral, que es una de las grandes reformas pendientes. La generación de empleo privado de calidad depende de la relación entre la productividad de ese trabajo y el salario real. El salario real –y esto explica el estancamiento desde el año 2011 en la economía argentina– quedó muy disociado del nivel de productividad del trabajo. Eso, en el sector público, se notaba mucho más, y por eso la Argentina dejó de crecer. La distancia entre el costo laboral total efectivo de un trabajador formal y uno informal es muy grande. Si se tiene un problema de baja productividad, la manera que tiene el mercado laboral de contrarrestarlo es con más informalidad. El costo laboral total está supeditado a la legislación laboral. Actualmente, la economía genera empleo pero no de calidad. Algo está fallando. Una vez que baje más la inflación, ¿por dónde podrían venir las nuevas demandas sociales y económicas? –Van a venir por el empleo, por la distribución y por la recomposición del poder adquisitivo. Una cosa es que ya no haya inflación, otra muy distinta es que exista poder adquisitivo. Desde febrero hasta el presente, los ingresos reales dejaron de crecer. Empiezan a tener algunas oscilaciones: algún mes le ganan a la inflación, otro mes pierden. Y algunos segmentos de ingresos, como los jubilados o los salarios públicos, han quedado en niveles bastante bajos. No hay más inflación, pero la plata sigue sin alcanzar. Y encima hay gente que empieza a quedarse sin trabajo en los sectores más afectados por el modelo económico. El punto es que la recomposición de los ingresos, de acá en adelante, va a depender de mejoras en la productividad. Y ese es un proceso lento. La mejora en la productividad depende del crecimiento económico apalancado en la cuenta de inversión. Ese es el crecimiento genuino que necesita la Argentina para sostener veinte años de expansión con estabilidad. Basta de bombeo fiscal, de emisión monetaria, de desequilibrios y de estímulos al consumo de corto plazo que no llevan a ningún lado. Si de acá en más los ingresos reales ya no se van a recomponer por el efecto de la baja inflación, sino únicamente a través del aumento de la productividad, lo que se va a poner a prueba es la paciencia social frente a un proceso de crecimiento genuino. La pobreza bajó del 52% al 32% en un año. Ahora bajar otros diez puntos tal vez lleve diez años. No va a pasar en tan sólo un año. Sobre este punto es donde creo que van a aparecer las demandas emergentes. Y algo de esto ya pasó en los noventa cuando hubo una dinámica de empleo mucho más catastrófica, que no observo actualmente. Por eso el desempleo está en 7,9%, no en 10%, 15% o 20%, como ocurrió en la convertibilidad. Hace un año el desempleo era 7,7%, con la estacionalidad propia del primer trimestre. Va a haber algo de presión social por el lado del empleo, sí. ¿En un formato apocalíptico o sistémico? No lo imagino. Existe una crisis de bajo poder adquisitivo en muchos segmentos de ingresos, pero con bajo desempleo. El FMI mantuvo su proyección de crecimiento para la Argentina en 5,5% para este año y 4,5% para 2026, y habla de una "recuperación sólida" basada en la baja de la inflación, la mejora de los salarios reales y la confianza. ¿Coincide con ese diagnóstico? ¿Cómo ve el rol del FMI en este momento del programa argentino? –Respecto a la proyección del 5,5%, desde Invecq proyectamos un crecimiento cercano al 5 %, en línea con el consenso de los analistas. Todo indica que la economía va a cerrar el año en torno a ese número. Aunque, es un poco optimista en materia de inflación, porque el FMI proyecta una franja de entre 18% y 23%. Desde Invecq interpretamos que va a estar más cerca del 30%. Y hay dudas respecto a 2026, porque hacer proyecciones para ese año está condicionado por lo que pase en las elecciones. Con lo cual, proyectar un 4,5% de crecimiento en 2026 no tiene mucho sustento. El Fondo hoy está acompañando un proceso de saneamiento macroeconómico bien orientado, con un diagnóstico correcto. Si el Fondo acompañó al gobierno anterior en medio de un esquema de desequilibrios macroeconómicos que se profundizaban, está claro que hoy se siente mucho más cómodo con este gobierno, con este programa económico y con este enfoque fiscal. El Fondo está cumpliendo un rol de acompañamiento, de dar una especie de sello de garantía que permita acelerar el proceso de normalización financiera y el saneamiento del Banco Central. Lejos de ser una traba en el camino, es un FMI al servicio del programa económico argentino.
| #30272617 Modificada: 01/08/2025 02:16 |
Superficie artículo: 910.76 cm²
Cotización de la nota: $531.886
Audiencia: 10.000
|
|
|
|
|
| www.ejes.com | Leandro N. Alem 1110 7º piso - Buenos Aires | TE. 5352-0550 |
|
|
|