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06/07/2025 Clarín - Nota - Información General - Pag. 34
“Estamos naturalmente predispuestos a la amistad, hay algo en nuestro cerebro que lo favorece”
Alejandro Czerwacki
Mariano Sigman. Neurocientífico y ensayista
“Estamos naturalmente predispuestos a la amistad, hay algo en nuestro cerebro que lo favorece”
Entrevista
Alejandro Czerwacki Especial para Clarín
-¿Qué nos dicen las neurociencias sobre de la amistad?
Engeneral hay una idea que es que si hay algo que atraviesa todos los tiempos y todas las culturas es porque es algo bastante idiosincrático de nuestra condición biológica. Porque nadie ha observado ninguna cultura donde no haya amistad. Es algo para lo que estamos casi indefectiblemente predispuestos. Entonces, hay algo en el cerebro que favorece a eso. Ese abrazo, esa caricia de amigos estimula unos receptores de la piel, a un sistema opivide dentro del cuerpo. Es como un analgésico, te hace sentir bien, y entonces ahí lo que tenés es un correlato biológico de algo que después aparece como una huella cultural, que es que la amistad lo que hace es que te permite superar circunstancias que solo no lo lograrías. Con amigos uno llega a lugares que sin ellos no lo haría nunca, así uno se embarca. Al contactarse con otra persona en un lenguaje muy particular que todos sabemos, pero que nadie nos enseña, lo que hace es alivianar el dolor y darnos combustible. Esa es la base primordial del núcleo granular de la amistad en el cerebro.
-Biológicamente entonces la amistad es como una especie de anestésico...
Exacto, literal. Apacigua el dolor. Por ejemplo, cuando una persona corre o camina, también se anestesia el dolor, te sentís bien y sentís que se relaja el cuerpo. El contacto sincrónico con otra persona, pero con un ritmo muy particular, que tiene que ver con el tiempo de la amistad, pasa lo mismo. Si sos remero y lo haces solo, es diferente si lo haces de a dos, al mismo ritmo sincrónico con otro, entonces eso te permite ir mucho más lejos. El límite del dolor lo extendés. Todas las grandes gestas humanas son un grupo de amigos que dicen “vamos”, y empieza desde ahí.
-¿Cree que en cualquier encuentro se puede producir este efecto que calma?
No, no, de hecho justamente tiene que tener propiedades bastante precisas que son las que le dan como una especie de resonancia. Hay que vibrar a una misma frecuencia, si no no pasa nada. Esta es como la semilla biológica de la amistad. Después, cuando vos observas hoy en las sociedades humanas, sofisticadas, se describe en un vehículo mucho más expresivo que simplemente el de tocarte. La amistad puede extenderse a formas llamativamente distintas. Si vas a una definición enciclopédica te va a decir que es un vínculo humano, desinteresado, recíproco, duradero. Pero las amistades que uno observa, no son así. Tienen interés genuino, de divertirte, que te hagan conocer cosas que no conoces, un interés de cuidar. Es decir, las amistades tampoco son recíprocas porque si lo fueran serían aburridas en general. Cada uno de nosotros tiene amigos a los que le damos y nos dan cosas distintas. Están estas “personas curiosas”, con esa propiedad mágica de sanar.
-¿Será que en un encuentro con un amigo uno sale transformado?
Nosotros somos seres inherentemente sociales, muy gregarios y contarle algo a un amigo implica estructurar narrativamente una experiencia, empezás a ordenar aquello que fue tan relevante. Al hacerse narrativo se vuelve tangible, memorizable, son cosas que quedan de alguna manera. Con un amigo ordenamos los eventos de nuestra vida, uno en la amistad diluye su propia experiencia en otra persona, tu experiencia se la estás extendiendo a la vida del otro.
-¿Cómo se transformaron los vínculos con las redes sociales? ¿Cómo se define la amistad en esos ámbitos?
Antes a un chico le preguntabas quién es tu amigo y te decía el popular de la clase, que no era en verdad su amigo, que es lo que hoy llamamos influencer, que a su vez le valida que tiene un montón de amigos, que son sus seguidores. Esto tiene que ver con la reciprocidad que mencionamos en el último libro: no es lo mismo que vos quieras ser amigo de alguien a que vos realmente lo seas. Esto que en la infancia un poco se confunde, es ahora también muy impreciso otra vez en las redes sociales donde nuevamente vuelve a darse esa idea de que uno es amigo de alguien que ni siquiera sabe que vos existís.
-¿Cómo ve aquellas personas que no tienen la necesidad o habilidad de rodearse de vínculos fuertes y que a lo mejor encuentran en la tecnología social la ilusión de una contención detrás de mucha soledad?
La soledad es un factor de riesgo, así como fumar o manejar muy rápido sin cinturón de seguridad. La amistad es un lugar que casi todo el mundo recuerda como muy luminoso pero también para casi todos es de dificultad, aspereza, de querer pertenecer a grupos de amigos a los que no podemos y esas cosas son muy dolorosas. Una persona que no puede hacer amigos lo que siente es algo bastante parecido a no tener oxígeno, a eso que se rompe profundamente. De hecho, los momentos más importantes de la amistad son los más vulnerables: es en el principio y en el final de la vida, o sea en la infancia y en la adolescencia y después en la vejez. La amistad cumple ese rol que vela por vos, que te lleva incluso al médico cuando lo necesitas. Mucho de lo que somos está determinado por el grupo de amigos que tuvimos o tenemos. La amistad es tan importante que es interesante regarla un poco y pensar si querés podarla también. Es un jardín que vale la pena cuidar y mimar y no dejarlo simplemente que acontezca solo.
-¿Se cruza la ética también en el terreno de las amistades?
Efectivamente. El ejemplo más claro es si un amigo tuyo hace una infracción ¿lo denuncias? Son dos fuerzas que están en tensión. Una es la fuerza de la ley y la otra es la fuerza de la amistad. Ese punto corte es muy distinto en distintos países. O sea, en Noruega vos cometés una infracción muy chiquita y te denuncian porque el valor de la amistad es un valor ínfimo al lado nuestro. En Argentina, en general, hace falta que sea algo muy grave para que ocurra.
-El peligro es juntarse solo con aquellos que dirán aquello que uno quiere escuchar.
Eso ya Plutarco veía como el límite entre lo que se llama la amistad y el amiguismo. La más tóxica es la del adulador, donde una persona se rodea de un montón de gente que lo único que hace es hablar bien de él. Lo contrario es tener amigos que pueden decirte que estás yendo en un lugar incorrecto. Las amistades empiezan en el mundo de la risa, en como uno se abraza, pero eventualmente van al mundo de las ideas. Y allí se pueden encontrar que la otra persona tiene ideas muy antagónicas a las tuyas. Podes alejarte, que es la opción más cómoda, o quedarte con alguien que te interpela, porque llega a conclusiones que a vos te resultan o desagradables, o incómodas, o te genera tensión.
Entender el cerebro humano
Mariano Sigman es un reconocido doctor en neurociencia argentino, con prestigio internacional recibido en Rockefeller University (PhD), en Nueva York, con postdoctorado en Ciencias Cognitivas en el College de France. Es también Licenciado en Física de la UBA y fundó el Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la misma casa de estudios. Hace unos años que vive en Madrid, España, y acaba de publicar su nuevo libro “Amistad” junto al escritor Jacobo Bergareche (Debate).
“Somos seres inherentemente sociales, muy gregarios. Con un amigo ordenamos los eventos de nuestra vida...”
Menciones:
Mariano Sigman, Neurocientífico, Neurociencia, Amistad, Redes sociales, Soledad, Ética, Amiguismo, Plutarco, Rockefeller University, College de France, UBA, Madrid, España, Jacobo Bergareche, Debate
#28474677 Modificada: 06/07/2025 02:05 |
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