09/06/2023 Ambito.com - Home

Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte LXXI)
Pablo Tigani

“La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena; es necesaria y funciona. La codicia clarifica y capta la esencia del espíritu de evolución. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, de amar, de dinero; es lo que ha marcado la vida de la humanidad”. (Discurso de Gordon Gekko, película Wall Street). Lo único que hubo en los años de Macri fue, especulación financiera de corto plazo, y codicia de ganancia deshonesta . La apuesta al “acuerdo FMI II”, consistía en despejar el riesgo de default 2019. Pero el riesgo pais subió en febrero 2019. No se lograba construir confianza desde el 10 de diciembre 2015. Aumentaba la incertidumbre sobre el segundo semestre 2019 y 2020. El gobierno asustado , intensificaba el ajuste monetario y anunciaba que intervendría en “la zona de no intervención”, porque no se lograba contener la inflación solo con restricción monetaria y crediticia. Guillermo Calvo dixit: El flujo de capital hacia los mercados emergentes había servido para explicar en buena medida los procesos virtuosos de países como Chile, Sudáfrica e incluso China. También fue útil para explicar los fracasos y las crisis . Argentina se enfrentó a un sudden stop (freno repentino) de ese flujo, frente al cual el gobierno debió recurrir en dos ocasiones en 2018, al FMI. Las consecuencias centrales eran la suba del tipo de cambio, el aumento de la inflación, la recesión y la caída del salario real. Frente a ese contexto, el esquema de estabilización de Dujovne y Sandleris se basaba en las famosas bandas de no intervención en el tipo de cambio (una “tablita”, según Calvo) , la expansión cero de la base monetaria y, sobre todo, una tasa de interés real alta. Un sistema frente al cual Calvo se mostraba desconcertado: “Yo no lo vi nunca” . Ya las mentiras se habían caído , no se trataba de un “sudden stop internacional” por culpa de Turquía, que afectaba al mundo emergente, sino que era “exclusive sudden stop” de la Argentina y, por causas de índole interna. Al utilizar la estrategia de demonizar a la expresidenta, cuando las encuestas electorales de abril fueron inocultablemente favorables a la doctora por sobre la caída de Macri, el daño auto infligido ya estaba hecho. Si eventualmente regresaba Cristina, primero Macri soportaría toda la histeria y fuga de capitales que él mismo y su entorno habían creado. Sobrevolaba “el helicóptero”, el mismo gobierno que había creado el personaje de “Cristina Kirchnenstein”, paradójicamente seria víctima de la estrategia . Además, el programa que sobrevino con el acuerdo FMI II, había resultado un nuevo fracaso en términos de inflación y nivel de actividad. El gobierno acudió a un paquete de medidas que incluía controles de precios, subsidios y otros atenuantes que no darían frutos. Por supuesto, el insignificante plan no fue admitido por los mercados. No ayudaba tampoco la pérdida de credibilidad del BCRA y sus erróneos modelos antiinflacionarios, donde se ensayaron 4 cambios de política en 7 meses. En marzo los sondeos mostraban un empate entre CFK y Macri en segunda vuelta, pero en abril pasaron a pronosticar una victoria de la ex presidenta sobre el jefe de Estado . En particular, la difusión del tanteo de una consultora oficialista en el que el presidente aparecía nueve puntos debajo de Cristina Kirchner, también en segunda vuelta, generó agitación. Conjuntamente, las encuestas que precedentemente mostraban resultados compuestos en primera vuelta, con ventaja leve de Macri, en abril 2019 pasaron a exponer a Cristina, ganadora en primera vuelta . Si bien las encuestas a seis meses de la elección no estaban ni remotamente en boga, por los resultados de Bolsonaro, Trump y el Brexit, la posibilidad del retorno peronista le pegó a los inversores que asustó Cambiemos, con desplomes en títulos y acciones. Pero lo que más temían era el nuevo default de la deuda pública, y una eventual presidenta que podía volver a preservar los intereses nacionales, por sobre “los amigos de Cambiemos”. La inflación de marzo fue 4.7%, las expectativas inflacionarias siguieron en aumento, era evidente que no había reacción, más allá de la cosecha. La ansiedad de los inversores progresaba al atenuarse la posibilidad de reelección del amigable Macri. Como dijimos, la pérdida de credibilidad del BCRA y su descaminado modelo antinflacionario, sus excesivas permutaciones de política en solo siete meses, donde cada vez que salía un dato deficiente de contención de la inflación o saltaba el dólar, reiteraba la jugada, informando otro ajuste monetario considerable, elevaba más la contractiva meta de base, todo esto sobre un tejido donde, de todos modos, se aceleraba la inflación por la inercia y los tarifazos previos para los amigos de las energéticas. Al decir de Cambiemos, Cambiemos apeló a un paquete de medidas populistas, dirigistas y estatistas : congelamiento de precio, red de descuentos para millones de beneficiarios, y créditos de la ANSES . Pero este paquete, elaborado “a las apuradas”, no dio los frutos desvariados. La inflación no cedía, el programa monetario era cada vez más restrictivo para contener el dólar y la inflación, pero terminaba despedazando el crédito y la actividad económica e industrial. El mal humor ciudadano maduraba, sometiendo las oportunidades electivas de Cambiemos, lo que presionaba al alza el riesgo país y el tipo de cambio. Intentar bajar una inflación alta y crónica solo con política monetaria recontra contractiva es absurdo. En el corto plazo la inflación está determinada por la inercia inflacionaria. La inflación pretérita condiciona la presente y, cuando hay contratos en pesos, tienden a indexarse tomando en cuenta la inflación recorrida. Con alta inflación, el plazo de la indexación de transacciones se acorta. Con el cronograma de aumentos tarifarios concentrado en la primera parte de 2019, los precios regulados siguieron presionando al alza la inflación. Los empresarios procuraban recuperar los márgenes perdidos en 2018. Los planes de estabilización convencionales no menguan la inflación, lo probamos una y otra vez. Y, la heterodoxia sin convicción, sin controles ni regulaciones, sin plan, nunca surte efecto . Se imponía un plan integral que permitiera coordinar expectativas y romper la inercia inflacionaria. Había que asistir a las Pymes que había estropeado. El miedo de una evolución dificultosa hasta octubre, llevó a decidir 10 puntos diletantes inquiriendo un pacto con la oposición. Intentaban reducir la incertidumbre en plena etapa de desequilibrio hasta la elección presidencial. El congelamiento de precios y los estímulos al consumo, fueron desamparados por el mercado. El anuncio del paquete de medidas fue visto como manotazos de ahogado. Nadie en su sano juicio pensaba que iba a bajar la inflación ni que los precarios estabilizadores macroeconómicos curvarían la tendencia del nivel de actividad económica. El consumo privado estaba 11% debajo del año anterior, las medidas eran irrelevantes, y en su enfoque, atentaban contra los encargos fiscales asumidos frente al FMI, cuando las cuentas públicas ya aparecían extraviándose del camino de la meta anual de “déficit primario casi cero”, por causa de una recaudación que caía más de 12% en términos reales. El acuerdo con empresas lideres para congelar los precios de 60 productos esenciales de la canasta alimentaria por seis meses; anuncio de la detención de aumentos de electricidad, gas y transporte y la banda cambiaria, en el límite inferior de $ 39.75 y superior de $ 51.45, sumado a que el BCRA no compraría dólares hasta el 30 de junio si el tipo de cambio perforara la banda inferior, no convencía a nadie. El BCRA volvió a aumentar el sesgo contractivo de la política monetaria por menores compras de divisas y mayores ventas, la decisión de no ajustar hacia arriba la banda superior tenía como objetivo operar las expectativas de inflación y devaluación hacia abajo. También el BCRA intentaba también estimular una mayor oferta de dólares del complejo sojero con una menor expectativa de devaluación. Concretamente, el BCRA buscaba un dólar más bajo, tramitando la amortiguación de otra fuente de presiones inflacionarias que era la devaluación del peso. Nadie imaginaba al gobierno meter mayores controles y multas y lanzar una red de descuentos de entre el 10% y el 25% para los 18 millones de personas que recibían beneficios de ANSES en supermercados, indumentaria y turismo . Para los beneficiarios de la AUH descuentos de hasta el 70% en medicamentos. Créditos ANSES con fondos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Plan de refinanciación de deudas impositivas, con tasas de interés menores y mayores plazos, mejores condiciones para comercios, acortando el plazo de 19 a 10 días en el que los comercios recibían el dinero de las ventas que hacían por tarjeta de crédito y se eliminaron los derechos de exportación para algunas PYMES exportadoras . Si hubiera sido un gobierno peronista las medidas hubieran sido repudiadas por la prensa hegemónica y las corporaciones porque metían mayor presión sobre las cuentas fiscales. Significaba más déficit fiscal, más déficit de cuenta corriente por la apreciación real del peso y más emisión de Leliq, lo cual ha presionado al alza el riesgo país. (*) Director Ejecutivo de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

#59381140   Modificada: 09/06/2023 08:38 Cotización de la nota: $261.000
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