24/10/2021 Infobae.com - Home

Éramos pocos y parió la abuela
Carlos Leyba Profesor Titular Emérito de la UBA. Ex subsecretario de Economía
Se repite la historia de una “familia” política incompatible bajo el mismo techo

Un video de La Cámpora difundido el último sábado muestra a sus jefes (Máximo, “Wado”, “Cuervo”) cantando “Esa deuda que dejaron no la vamos a pagar, con el hambre de la gente no se jode nunca más”. Fue en la Esma con Cristina Fernández de Kirchner Siempre pensé que el nombre de “La Cámpora” era una inocente confusión de jóvenes desinformados que creían seguir el pensamiento y la estrategia política de Juan Domingo Perón a través de la invocación a uno de sus, sin duda, elegidos. Perón lo eligió a Cámpora: no hay dudas. Como tampoco las hay de que Héctor J. Cámpora lo traicionó. Perón no había participado de La Hora del Pueblo ni de las Coincidencias Programáticas para soportar las chiquilinadas de Cámpora en la Rosada. Imaginé que era mera confusión histórica. Los jóvenes, de este nominal “revival” político, se inspiraron en la literatura que hombres, años después de haberlos inspirado, confesaron su ceguera en aquellos tiempos: atacaron aquello que, de haberlo entendido, habrían apoyado. Cámpora es uno de los pocos nombres de la política que Perón expresamente descalificó. A otros simplemente los dejó afuera. Como a John William Cooke que -retumba materialmente en mis oídos- odiaba a Perón más que el más apasionado de los “gorilas”. A Héctor J., Perón le hizo corregir el discurso económico que había preparado para abrir el Congreso. Era una arenga salpicada de “socialismo nacional”. La corrección se la encargó al empresario J. B. Gelbard. De ahí la inquina del Presidente con el ministro de Economía. A los 49 días Perón, harto del zafarrancho de los jóvenes de la Tendencia, la JP izquierda y sus representantes en la Rosada, procedió al desalojo. Pero al Vice, don Vicente Solano Lima, jefe del Partido Conservador Popular, lo designó en cargo jerárquico en la presidencia. Más claro imposible de a quién y a qué ideas se sacaba de encima. El Perón del 73 -su legado de discursos, extensos, profundos- su filosofía del Consenso para el desarrollo de largo plazo o lo que llamó “Modelo Argentino”, no tenía ningún aire de familia, ni ADN en común, ni lejano parentesco con lo que protagonizó Cámpora en aquellos días Familias incompatibles bajo el mismo techo. El Perón del 73 -su legado de discursos, extensos, profundos- su filosofía del Consenso para el desarrollo de largo plazo o lo que llamó “Modelo Argentino”, no tenía ningún aire de familia, ni ADN en común, ni lejano parentesco con lo que protagonizó Cámpora en aquellos días. Entre otras cosas y a saber, la apertura turbulenta de la cárcel de Devoto en la que, probablemente, debe haber estado a los saltos Patricia Bullrich. Ella contó que entonces “pensaba(mos) que la violencia era el camino a la liberación” (Anfibia) y, según E. Anguita, dejó tardíamente Montoneros en 1979. Tal vez en ese entrevero de Devoto estuvo con Rodolfo Galimberti. Pero al General también le hicieron ruido los discursos. Los prezafaronianos del Bebe Righi o los de la política internacional de J.C. Puig o las posiciones del procurador E. Bacigalupo. Esas cosas fueron suficientes para que, el que demostró ser el aclamado con el 66% de los votos, los eyectara para siempre. Nunca debe haber imaginado Perón el retorno de las ideas y los actos que él indignado calificó como “estúpidos e imberbes”. Un video de La Cámpora difundido el último sábado muestra a sus jefes (Máximo, “Wado”, “Cuervo”) cantando “Esa deuda que dejaron no la vamos a pagar, con el hambre de la gente no se jode nunca más”. Fue en la Esma con Cristina Fernández de Kirchner meneándose al compás de la idea de que “cada dólar que se destine al pago de la deuda, es un dólar menos para el pueblo”. El problema de la “bailanta de la revolucionaria imaginaria” ocurría al mismo tiempo que la Argentina (el ministro de Economía y Juan Manzur en Estados Unidos y el Presidente, en el país) expresa e -con criterio- que aspira a una negociación con el FMI para pagar, en el mayor tiempo y con el menor costo posible, la deuda insensata e injustificable que contrajo el gobierno de Macri. Guzmán, Manzur y Alberto Fernández tratan de negociar en el entendimiento que el default con el FMI sería el peor escenario para una Argentina necesitada de “crédito”, entre otras cosas, a causa del proceso de desindustrialización que profundizaron, entre otros, junto a Carlos Menem, los Kirchner y los Fernández que, hoy -justamente-, protagonizan la política. Estuvieron en los 90: no lo pueden negar. El acuerdo con el FMI Cualquier programa que encamine una salida requiere, entre otras cosas por cierto mucho más importantes, el acuerdo con el FMI que es una condición necesaria y claramente insuficiente. Un programa diseñado sólo para saldar la deuda con el FMI es una quimera: el sueño de un loco. Otra cosa es un acuerdo para poder crecer (Reuters) Un programa diseñado sólo para saldar la deuda con el FMI es una quimera: el sueño de un loco. Otra cosa es un acuerdo para poder crecer. Sin ese acuerdo, cantemos o balilemos con rituales exorcistas, es extremadamente dificil siquiera imaginar una salida. En ese, caso lo más probable, es entrar a un territorio desconocido y peligroso para un país que la poca industria de transformación que aún tiene, necesita importar el 60% de sus componentes. No hay escenario imaginable de inversión reproductiva -empleo estable y productividad- en el clima que genera un default “bélico y declarado”. Perón los echó de la Rosada y después de la Plaza. Durante demasiados años la política renunció a pensar los programas para construir la Nación. En todo terreno que no se ara y no se siembra, gana la maleza. Arar, en política, es pensar y sembrar, es desarrollar ideas y ponerlas en acto. El ADN de los expulsados, con esos cantos, se está clonando. “Eramos pocos y parió la abuela”. SEGUIR LEYENDO:

#29814411   Modificada: 24/10/2021 05:40 Cotización de la nota: $434.162
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