22/09/2021 Revista Mercado - Nota - Información General - Pag. 63

Mariela Mociulsky, fundadora y CEO de Trendsity
Época de transformaciones
Lic. Psicología UBA, con estudios en Desarrollo directivo (IAE) Universidad Austral y presidenta de Saimo, sociedad de investigación, observa la aparición de homo hogareño y una constante redefinición de qué se considera imprescindible y qué no lo es en estos momentos.

La pandemia de coronavirus nos llenó de interrogantes y nos paralizó por un tiempo. La dependencia de la tecnología y la necesidad de una adopción imperiosa de nuevas herramientas, se sumaron a las cambios demográficos y geopolíticos que se estaban desarrollando.
El impacto en el mundo de los negocios fue contundente a partir de la imposición de condiciones inéditas y desconocidas para las sociedades del siglo 21.
El aislamiento social y la restricción al mínimo de los desplazamientos, entre otros condicionantes, dibujaron escenarios ante los cuales tanto las personas como las organizaciones, fuimos armando respuestas de urgencia basadas en la necesidad de protección por un lado, y de adaptación a nuevas reglas y rutinas por el otro. La nueva situación nos encontró en diferentes estadíos de desarrollo digital y cultural.
Los ambientes comerciales, empresarios y educativos se vaciaron primero, para transformarse luego, al tiempo que los hogares se llenaron y se reconvirtieron en refugios donde empezaron a transcurrir simultáneamente las actividades laborales, recreativas, educativas, sanitarias. Nació y se consolidó el “homo hogareño”, como lo hemos ido marcando desde nuestras investigaciones de campo en Trendsity, no por el disfrute de serlo, sino por no tener alternativa.
Atender las nuevas demandas aceleró innovaciones pendientes y también inspiró nuevas ideas. El e-commerce, el teletrabajo, las e-consultas se popularizaron como herramientas para dar respuesta a consumidores trastocados en “segumidores”, que priorizan sentirse a salvo de las acechanzas del coronavirus en cada actividad y consumo, midiendo el aporte a la seguridad y alguna certidumbre.
Zoom, Teams, WhatsApp, plataformas, conectividad, streaming, gaming, se convirtieron en términos cotidianos, conformaron el arsenal de los refugiados en los hogares, incluso motivaron aprendizajes en segmentos de edades que no habían tenido acercamientos previos, superando algunas barreras e iniciando una inclusión digital.
A partir de esa realidad, las empresas debieron adecuar sus modos de producción, sus políticas de recursos humanos, sus mensajes.
Empatizar con el nuevo consumidor exigió como primer paso el tener que monitorear los valores, y poner la lupa sobre conductas cambiando constantemente.
Algunas características y manifestaciones En todo el mundo, el e-commerce pasó a ser la forma más extendida de aprovisionamiento.
La pandemia aceleró un canal, que en meses avanzó lo que hubiera tardado cinco años, según los expertos.
-La fragmentación social se profundizó, y especialmente en nuestra región, América Latina, con base en la crisis de desempleo y las inequidades de acceso, se intensificó la brecha entre ricos y pobres.
-La digitalización de todo lo que era posible ensanchó la brecha digital dejando a un lado a una amplia porción de la población, sin recursos económicos para munirse de la tecnología para hacer frente a las modalidades emergentes de consumo, educación, esparcimiento, salud. La digitalización llegó para quedarse, pero también para acentuar diferencias entre incluidos y excluidos, tanto por carencia de recursos económicos, como por deficiencias educativas y hasta de infraestructura. La brecha de género quedó más expuesta, las mujeres que se ocuparon de dar respuestas como empleadas, como organizadoras de sus hogares, como auxiliares de maestros y profesores, servicio técnico, delivery, etc.
-La necesidad de transporte seguro trajo cambios en la movilidad, muy notorios en las grandes ciudades. El transporte grupal dejó paso a opciones individuales. Motos, bicicletas, monopatines eléctricos, etc. conformaron un paisaje urbano distinto.
-Las compras de cercanía consiguieron un boom impensado. Los almacenes pequeños y muchos comercios locales sacaron ventajas ante la preferencia de salir lo menos posible e ir lo más cerca del hogar posible, inaugurando las llamadas ciudades de a pie o de 15 minutos.
La transformación abarca también las aristas culturales. Caen estereotipos, la tolerancia gana terreno tanto como la relatividad.
El marketing, branding, publicidad deberán agregar el pilar de la agilidad al de la creatividad, de una capacidad de respuesta relevante contenido del mensaje y en el tiempo justo.
Además, ante la crisis económica habrá que estar atentos a la reasignación de prioridades.
Más de la mitad de la población está buscando hoy la calidad posible, aceptable, y en cada categoría esto es distinto, una negociación uno a uno. Se está redefiniendo constantemente qué se considera imprescindible y qué no lo es en estos momentos.


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