07/09/2021 Revista Fortuna - Nota - Información General - Pag. 16

INCERTIDUMBRE ELECTORAL
Por ahora, nada más que el corto plazo
Eduardo L. Fracchia
El dólar blue como refugio frente a una moneda que ya no funciona. Las consecuencias prácticas de la pandemia y de la falta de un plan económico integral. Las alternativas que se manejan para luego de las elecciones y las probabilidades de cada una.

La volatilidad del dólar blue es un síntoma más de problemas de fondo con un cuadro de cuasi dolarización de hecho, reflejo de la inoperancia de la política económica de los últimos 50 años.
Se estiman 400.000 millones de dólares de argentinos en el exterior y otros 170.000 millones de dólares entre cajas de seguridad y colchones, todo lo cual se deriva de la mala praxis de la política. El Banco Central es quien recibe el conflicto, pero no es el responsable último.
Lo relevante en la coyuntura es la pandemia y la falta de claridad en la gestión integral del tema económico por parte del Ejecutivo. La política es la clave, los economistas corren de atrás y suman, pero no son la pieza cen- tral.
El blue es el refugio natural ante una moneda que no funciona desde los años ´70, pues desde el Rodrigazo en 1975 la misma se depreció en 14 ceros.
El Banco Central perdió muchas reservas a lo largo de lo que va del kirchnerismo. Esta dinámica de bajo nivel de activos externos de la autoridad monetaria impulsó la profundización del cepo. El cepo es una fuente permanente de distorsión sobre el sistema económico y un gran obstáculo para la inversión, que está en 17 puntos del PIB, muy deteriorada.
No se observa un programa económico de mediano plazo ni vocación por un ajuste real, esto es comprensible dado el contexto de enorme recesión que dejó la pandemia. En concreto, 42% de pobres a nivel de hogares y presión de los movimientos sociales, como vimos el día de San Cayetano, fuerzan medidas de corte populista con una matriz extendida de subsidios. Últimamente, se está reflexionando en transformar este sistema de planes hacia una cultura genuina de trabajo, en lo posible formal. Tema nada sencillo de implementar.
Sin medidas de fondo también se postergó la recuperación genuina del consumo, que todavía no ha llegado. El gobierno quería llegar a subir el salario real en las elecciones, pero no llegó; cayó mucho el ingreso de jubilados, trabajadores informales y sector público.
Las proyecciones para el año 2021 suponen una inflación de 48% y un rebote de la actividad del 6% después de una caída de casi el 10% el año pasado.
Es clave para el año que viene la negociación con el Fondo Monetario Internacional, que puede ser un ancla junto a un plan coherente de estabilización para ordenar la economía y para tran- quilizarla, como dice el ministro Martín Guzmán.
No obstante, hay escenarios alternativos que se proyectan para el año 2022, cada vez más cercano, con diferente porcentaje de ocurrencia: A) Dolarización plena de la economía en medio de la crisis, modelo Ecuador 2000.
Es muy poco probable. B) Salto devaluatorio fuerte que licue mucho gasto público, Eduardo Duhalde 2002. Podría ocurrir, pero sería en todo caso una corrección menor, como la de Axel Kicillof en 2014. C) Shock de confianza que alinee al círculo rojo como lo ocurrido con Cavallo–Menem en 1991 después de los desencuentros de 1989-1990 y con dos hiperinfla- ciones acumuladas en el camino, que inició un ciclo de inversión genuina. D) Hiperinflación. No se estaría dando para nada este escenario ya que Guzmán ha frenado la base monetaria y el nivel está en 3 % mensual y para hiper se espera 50 % mensual. E) Mega inflación 100% anual. Parece poco probable, salvo que haya un salto relevante del dólar oficial en 2022, pero el cepo traba este proceso.
F) Descompresión del problema cambiario por más Reservas. Mayor oferta de dólares en lugar de mayor cepo. Existen propuestas como la de Martín Redrado de acrecentar Reservas por adelanto de exportaciones. G) Salto en las exportaciones a 90.000 millones de dólares. Condición de Miguel Pesce para pensar en sacar el cepo.
Esto no es automático y depende mucho de los precios internacionales de las materias primas. H) Desdoblamiento cambiario entre comercial y financiero. Se hizo en otras oportunidades en el país.
En definitiva, se debe salir de esta crisis con liderazgo político como en el año 2002 y con capitalismo solidario dejando de lado las posturas ambiguas respecto a la economía de mercado.
Estamos frente a una lógica de aguante y no de transformación; falta grandeza para encarar reformas que impulsen el bienestar genuino de la sociedad y dejar atrás los vientos de sirena del populismo.

Director del Área Economía IAE Business School, Universidad Austral



DESEQUILIBRIO FISCAL CRÓNICO
Usos y abusos de la maquinita de imprimir

Cada vez hay mayor consenso sobre que el desequilibrio fiscal crónico de Argentina genera serios problemas macroeconómicos.
El déficit fiscal debe ser financiado con emisión de dinero o con emisión de deuda, y ambas alternativas terminan generando consecuencias indeseadas: inflación en el primer caso y cesación de pagos con reprogramación de deuda en el segundo caso.
Argentina tiene sobrada experiencia en ambos efectos.
Actualmente, tras la última renegociación de deuda de 2020, el país sigue sin acceder a financiamiento externo y está cubriendo el déficit fiscal con una combinación de emisión monetaria y emisión de deuda local. La emisión monetaria y la reprogramación de deuda también generan “ingresos fiscales”. ¿Cómo? La consecuencia del exceso de emisión de dinero sostenida es la inflación, que reduce el poder adquisitivo del dinero y que fuerza al público a demandar más dinero para comprar los bienes y servicios a mayores niveles de precio, de manera que la autoridad monetaria emite dinero que, inflación mediante, el público necesitará.
Tras los años de superávit fiscal (2004-2007) de la administración de Néstor Kirchner, el BCRA se embarca en años de creciente emisión monetaria para financiar al gobierno.
En el período 2008 – 2011, primer término de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, el BCRA emitió un promedio de 1,2% del PBI anuales para financiar al gobierno, y durante el segundo período, con cepo cambiario, la emisión monetaria para financiar al gobierno paso de 2,3% del PBI en 2012 a 3% del PBI en 2015.
Durante la gestión de Mauricio Macri, la emisión para financiar al gobierno bajó de 1,8% del PBI en 2016 a 0,1% del PBI en 2018 al ser sustituida por emisión de deuda, pero repuntó en 2019 a 2,4% del PBI cuando se cortó el crédito internacional y el gobierno se embarcó en un fuerte ajuste fiscal.
En 2020, con la presidencia de Alberto Fernández en pandemia, reestructuración de deuda, cepo cambiario y fuerte aumento del gasto social y déficit fiscal, la emisión para financiar al gobierno alcanzó 7,3% del PBI.
Al mismo tiempo, con algunos altibajos, la inflación fue en aumento desde el 4,4% en 2004 al 40,5% en 2020, con un máximo de 52,8% en 2019 que podría ser alcanzado nuevamente en 2021.
El aumento en el nivel de precios aumenta la cantidad de dinero necesaria para mantener el nivel de compras logrando que aumente la demanda de dinero y absorba la mayor oferta monetaria. Este impuesto inflacionario equivale a cobrar un impuesto a la tenencia de dinero, y es generado por la emisión de dinero para financiar al gobierno o para comprar reservas internacionales (la asistencia a los bancos es de menor magnitud y se recupera en el tiempo).
Alternativamente, la reprogramación de deuda también genera “ingresos fiscales”: cuando se dificulta cumplir con el cronograma de pago (usualmente, cuando la pérdida de solvencia corta el acceso al crédito), se renegocia el cronograma de pagos con quitas de capital y/o interés. Esto es similar a cobrar un impuesto a la tenencia de bonos a los acreedores, y el ahorro de capital e interés se asimila a un “ingreso fiscal” (por vía de desembolsos que no ocurrirán).
Por supuesto, a lo largo del tiempo el cobro repetido de este “impuesto” (defaults con reprogramaciones de deuda que involucran quitas) termina incrementando el costo de la deuda ya que el acreedor cobrará en concepto de intereses la remuneración de mercado, más lo que estima que el gobierno le cobrará de “impuesto”, es decir, le impondrá de quita en la próxima renegociación.
De este modo, hoy no se accede al mercado internacional de deuda y los rendimientos de bonos en dólares rondan el 20% anual.
¿Cómo solucionar el problema? La solvencia fiscal implica que los períodos de déficit fiscal se compensarán con períodos de superávit fiscal, y que el crecimiento será mayor a la tasa de interés que se pagará de modo de evitar un aumento permanente de la deuda.
Para ello hay que achicar el déficit fiscal, lo que implica aumentar la recaudación y reducir el gasto. Por un lado, la presión tributaria viene en aumento década tras década, y los contribuyentes sienten cierto agobio sobre todo por la falta de crecimiento y la recurrencia de recesiones cada vez más profundas y más duraderas junto al aumento de la presión impositiva.
Por otra parte, el gasto público está compuesto principalmente por el gasto en asistencia social (jubilaciones, pensiones, AUH y planes sociales), que pasó de un promedio de 11% del PBI hasta 2019 a 15% del PBI en 2020, y durante 2021 estaría cayendo a 12% del PBI por efectos de la inflación y finalización de algunas líneas de asistencia; los subsidios al transporte y la energía que eran 1,6% del PBI en 2019, alcanzaron 2,5% del PBI en 2020 y estarían aumentando lentamente; los gastos de funcionamiento se mantienen alrededor de 3% del PBI y los intereses han sido fuertemente reducidos en la última renegociación de deuda (2020).
Si se quiere evitar otra reprogramación de deuda, es clave que la administración actual logre mostrar superávit fiscal en los próximos años, y genere algo de confianza que permita recuperar el acceso al crédito internacional. El esfuerzo fiscal será considerable.

Federico De Cristo, economista del IAE

ESCENARIOS. La incertidumbre hace que circulen numerosas versiones sobre qué pasará en la Argentina luego de las elecciones, desde un desdoblamiento cambiario o un salto devaluatorio a un shock de confianza o una mega inflación.

JUBILADOS. Caerá este año el porcentaje del gasto en asistencia social, del 15 al 12 por ciento.


#28123460   Modificada: 07/09/2021 06:23 Superficie artículo: 2268.52 cm²
Tirada: 5098
Difusión: 20392

Cotización de la nota: $1.020.835
Audiencia: 5.118


       

       

       

       
  
www.ejes.com | Leandro N. Alem 1110 7º piso - Buenos Aires | TE. 5352-0550