30/07/2021 Revista Information Technology - Nota - Información General - Pag. 82

Miss Manhattan
Adriana Serquis, presidente de la CNEA Doctora en Física, investigadora del Conicet y referente internacional en Ciencia de los Materiales, es la tercera mujer en presidir la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA desde su creación en 1950.

Anochecer de un lunes frío en el edificio de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) del barrio porteño de Núñez. Adriana Serquis (53), flamante presidente de la institución, todavía tiene para rato en su oficina. Licenciada en Física por la UBA, con un doctorado en esa especialidad del Instituto Balseiro y posdoctorado en el centro de materiales de Los Alamos National Laboratory ; su nombramiento al frente de la CNEA se efectivizó el 5 de junio. “Hace apenas tres semanas que empezamos y las demandas y urgencias se acumulan. Desde cuestiones salariales hasta proyectos estratégicos inconclusos”, cuenta a Infotechnology. Aunque gran parte de su carrera profesional cultivó un perfil “técnico”, en los últimos años — confiesa—, decidió asumir “un rol más activo en discusiones más de fondo sobre el papel de la ciencia y la tecnología (en especial el campo nuclear) en el desarrollo del país”. Por esto, cuando desde la presidencia de la Nación le ofrecieron ponerse al frente de esta institución de referencia en ciencia y tecnología, no dudó en mudarse desde Bariloche, su “lugar en el mundo”, nuevamente a Buenos Aires.
Porteña de nacimiento, hija de un ingeniero y con un abuelo “autodidacta e inventor”, Serquis descubrió en el secundario que la materia más divertida era Física, “porque es la que intenta explicar los fenómenos de la naturaleza”.
Así que decidió anotarse en esa carrera en la UBA, y al mismo tiempo hacer el magisterio ya que también la apasionaba la docencia. Apenas terminó la facultad se casó con otro físico, comenzó a trabajar como maestra y a guiar grupos en el museo “Prohibido No Tocar” del

Centro Cultural Recoleta. “Ambos decidimos aplicar a una beca del Balseiro para el doctorado en Física con la idea de mudarnos si alguno de los dos la ganaba”.
Y así ocurrió. Sus dos hijos, que hoy tienen 22 y 24 años, nacieron mientras cursaba el doctorado en Bariloche. Un tiempo después, a fines de los 90, se trasladó con su familia a Los Alamos, Estados Unidos, para hacer un posdoctorado. “Era la época en que (el ex ministro de Economía Domingo Felipe) Cavallo nos mandó a los científicos a lavar los platos”, recuerda.
En 2003 regresó al país y se instaló en el Centro Atómico Bariloche de la CNEA y su línea de investigación se enfocó en la caracterización de materiales para energías limpias. Además comenzó a dictar clases en el Instituto Balseiro y la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro, donde además cursó una maestría en gestión de la Ciencia, Tecnología e Innovación, con orientación en Política científi Como investigadora, recibió varios premios. En 2014, obtuvo el Premio Nacional L'Oréal-Unesco “Por la mujer enla ciencia”. En2013, recibió un Premio Konex al mérito en “Nanotecnología”; y en 2007, el Premio Houssay en la categoría Investigador Joven. Hoy, en su rol de luncionaria, la aguardan varios desalíes.
¿Cuáles son tus objetivos al frente de la CNEA? El mayor desalío es poner a la Comisión Nacional de Energía Atómica en un lugar estratégico en el campo científico tecnológico. Con sus más de 70 años, la CNEA ha sido madre de Invap, Nucleoeléctrica, Dioxitecy otras empresas que participan del plan nuclear argentino con fines pacíficos, mediante investigaciones y desarrollos tanto en medicina nuclear como en energía.
Argentina es uno de los pocos países del mundo que tiene desarrollo nuclear propio en materiales especiales para aeronáutica, energía solar e hidrógeno. Tenemos un buen posicionamiento en aleaciones y nanomateriales, tanto desde la investigación básica como en materiales magnéticos, con propiedades ópticas y aleaciones para la industria aeroespacial, metalmecánica y combustibles nucleares. En la Argentina, tenemos soberanía tecnológica y debemos conservarla.
¿Qué planes se deberían llevar adelante para cumplir este objetivo? Hay muchas cuestiones pendientes. Desde reclamos salariales que son válidos y deben resolverse porque se corre el riesgo de que proiesionales altamente capacitados migren a trabajar en otros países y sectores, hasta dos grandes proyectos inconclusos: uno es el Carem, un reactor modular de baja potencia, hecho con tecnología local, que podría proveer de energía a una ciudad pequeña o a una empresa como Aluar. El otro proyecto es el RA10, el Reactor Nuclear Argentino Multipropósito para el autoa- bastecimiento de radioisótopos de uso médico, similar al que construyó Invap para Australia.
¿Qué les dirías a las personas que desconfían de la energía nuclear o rechazan su uso por los residuos radioactivos que genera? Les diría que si queremos diversificar la matriz energética argentina, debemos contar con la energía nuclear, porque es una de las mejores opciones para mitigar la crisis climática. La Argentina no solo cuenta con la tecnología para generar esta energía limpia, que no emite gases de efecto invernadero, sino que contamos con regulaciones y controles estrictos que garantizan que sea segura. Otras energías limpias como la solar u eólica son intermitentes y tienen problemas a la hora de ser almacenadas o distribuidas, mientras que la energía nuclear puede reemplazar

en buena medida a las energías fósiles. Asimismo, el desarrollo nuclear con fines pacíficos también es importante por sus aplicaciones en la salud y la industria.
Integraste el colectivo de trabajadoras del Centro Atómico Bariloche y es conocida tu militancia por la paridad de género. ¿Cómo están la CNEA y la industria nuclear en este tema? Las estadísticas indican que hay menos mujeres que varones en las disciplinas STEM (Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas) y muchas menos alcanzan puestos de decisión. En el Conicet las mujeres somos 60 por ciento en los cargos de becarias e investigadoras. En CNEA hay 35 por ciento de personal lemenino pero en las 25 gerencias no había ninguna mujer. Hoy hay una nueva gerente del proyecto Carem. Pero nombrar mujeres no garantiza la paridad si no hay una perspectiva de género global. Hay que empezar por capacitarse y cumplir la ley Micaela y de Cupo Trans. Pero más allá de eso, hay que cambiar la mirada y mejorar las relaciones laborales. En eso soy optimista y creo en los procesos colectivos. Hay un movimiento imparable de los feminismos que nos va a llevar a cambios en todo nivel.
¿Sentís, o te pasó alguna vez, que por ser mujer tuviste que demostrar mayor capacidad de trabajo que tus pares varones para crecer profesionalmente? Lamentablemente sí. Y quien conteste que no a esa pregunta siendo mujer, tal vez no revisó bien su historia. Pasa todo el tiempo. A veces hay cuestiones evidentes y fuertes como el acoso. Y otras veces es sutil, como los micromachismos cotidianos que hacen difícil la presencia de mujeres en escalas más altas de decisión. Sin ir más lejos, siempre hay menos chicas que varones aplicando a las becas del Balseiro. Desde el colectivo de estudiantes y trabajadoras estamos haciendo encuestas para visibilizar e investigar los motivos. No tengo una explicación para eso, pero seguramente la tendrán los científicos y científicas sociales. Sería importante trabajar sobre esas barreras para derribarlas.




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