30/07/2021 Revista Information Technology - Nota - Información General - Pag. 16

UN JUEGO PELIGROSO
Tomás Rodríguez Ansorena
Las inversiones chinas van y vienen del país. Del agro, pasando por el 5G y hasta la energía nuclear, la Argentina busca su lugar en el nuevo teatro bipolar de los negocios internacionales.

Information Technoogy 225 Junio 2016 La avanzada china

En julio, el Partido Comunista Chino cumplió 100 años y el centenario encuentra a la nación que gobierna en el centro del mundo.
El “imperio del medio”, como se llamó a sí mismo durante siglos, es hoy el mayor exportador de bienes, el segundo importador detrás de Estados Unidos, el país más poblado, el que más registra patentes y cuyas empresas están en la cima del capitalismo global: 8 de las 19 compañías creadas hace 25 años que hoy valen más de US$ 100.000 millones son chinas. Con una clase media de 500 millones de personas, China es una aspiradora de commodities y aquello explica en buena medida la impactante expansión fronteras afuera: las inversiones en sectores estratégicos como el agro, la infraestructura de transporte e incluso finanzas tienen su raíz en esa necesidad. La tecnología tiene un capítulo central en el plan de Xi Jinping del “gran renacimiento de la nación china” para que en 2049 (centenario de la revolución) sea un país desarrollado con autosuficiencia tecnológica.
El coronavirus subrayó a la vez la centralidad de China y la consecuente desconfianza de Occidente.
Al mismo tiempo, la crisis que nació en Wuhan puso de manifiesto la dependencia del mundo de su principal proveedor y cliente, e intensificó el “desacoplamiento” que había inaugurado Donald Trump en 2018 con la declaración de la guerra comercial. La administración Biden no parece estar yendo para atrás en ese sentido. El resto del mundo se prepara como puede para el divorcio del siglo.
En las arenas movedizas de la política internacional de la Argentina, la estrategia frente a China es todavía enigmática.
La película completa muestra que con relaciones diplomáticas que iniciaron recién en 1972 (el primer viaje presidencial llevó a Jorge Rafael Videla en 1980), China es hoy nuestro principal socio comercial cabeza a cabeza con Brasil. Alrededor del 40 por ciento de las reservas del Banco Central pertenecen al célebre swap, nuestra vacunación depende en gran medida de China y la mayoría de las inversiones más relevantes de las últimas dos décadas tienen el mismo origen. La foto es aún más borrosa. Si bien el Gobierno de Alberto Fernández se muestra abiertamente prochino, algunas señales indican que el PCC no obtiene de nuestro país todo lo quisiera. En junio, se decidió suspender las exportaciones de carne bovina, cuyo crecimiento se explica básicamente por China (momentáneamente distanciada de su principal proveedor, Australia). La desavenencia se encadena con el standby en los proyectos de granjas porcinas y la paralización de las represas de Santa Cruz. Al cierre de esta edición se supo que, tras las repetidas demoras en la ejecución del proyecto, China suspendió el financiamiento para la megaobra que llevan adelante Gezhouba y Electroingeniería, lo cual incluso podría poner en peligro otras líneas de crédito. Argentina todavía no firmó su ingreso a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (o “Nueva Ruta de la Seda”), el gigantesco proyecto de inversión internacional con el que China pretende facilitar el comercio y proyectar su influencia global. Tras al menos siete años de negociaciones, todavía no logró avanzar en la construcción de una cuarta central nuclear, un proyecto crucial para China: nuestro país, de gran prestigio atómico, sería el segundo fuera de sus fronteras, después de Pakistán, en tener un reactor Hualong, 100 por ciento made in China. El gigante asiático tampoco logró un tratado de libre comercio como el que tiene con Chile, ni ha conseguido cerrar con la AFIP un acuerdo para evitar la doble imposición, y ni siquiera tiene reciprocidad en el visado: es más fácil para un argentino entrar en China que para un chino (turista, empleado o empresario) entrar en la Argentina. ¿Y 5G? Pese a las teorías conspirativas, muy poco hay en camino.
Así y todo, el destino argenchino parece indesatable, sobre todo desde la firma de la Asociación Estratégica Integral en 2014, el estándar de relaciones bilaterales más alto para China. La complementariedad es demasiado obvia y las posibilidades, enormes.
Gato negro, gato blanco “Los proyectos de inversión de la República Popular China no solo buscan un rédito económico sino que también resultan de una planificación estratégica”, define Jorge Malena, director del Programa Ejecutivo sobre China Contemporánea de la UCA. Aquella planificación de hecho está escrita en sus planes quinquenales o en los famosos “libros blancos” sobre América latina, publicados en 2008 y 2016. Allí está parcialmente contestada una pregunta crucial sobre el interés de China en la región: ¿cómo se relacionan su interés comercial (la necesidad de comprar y de vender) con su variopinto espectro de inversiones? Para Malena, “la conectividad física contribuye de manera directa con el desarrollo de la producción agrícola, ganadera, mineral e industrial y crea mayores oportunidades para la inversión, la transferencia tecnológica, el comercio y el progreso social. En el caso de nuestro país, existe el interés gubernamental por promover el desarrollo de corredores bioceánicos; reactivar y rehabilitar la red ferroviaria; construir corredores viales; modernizar y ampliar las instalaciones portuarias; producir más energía; tender oleoductos, gasoductos y acueductos; erigir plantas potabilizadoras; y construir viviendas; todo lo cual coincide con los objetivos de la Iniciativa de ‘la Franja y la Ruta’”.
Juliana González Jáuregui, coordinadora de la Cátedra de Estudios sobre China en Flacso, explica que el proceso de inversiones comenzó con adquisiciones rutilantes de empresas. “La inversión que empezamos a ver en 2010 está muy enfocada a sectores que tienen que ver con infraestructura para extracción de commodities: petróleo, minería, cultivos. Después el traslado: Belgrano Cargas, San Martín Cargas y más recientemente, el ferrocarril norpatagónico (conocido como el “tren de Vaca Muerta”). La diversificación luego es increíble: supermercados, entretenimiento, autos, turismo, litio, exploración espacial y el capítulo tecnológico y de telecomunicaciones”. En agro, primero fue la compra de Nidera y luego Noble, que convirtieron a Cofco en el segundo exportador de cereales y oleaginosas de la Argentina. Además habría que mencionar a Syngenta (ChemChina+Sinochem) y al abanico de asociaciones en biotecnología: Biogénesis Bagó produce la vacuna antiaftosa en China y Bioceres está asociada con Beijing Dabei Nong Biotechnology para producir, luego de su aprobación, la soja HB4 resistente a la sequía.
En 2019 se completó la venta total del paquete de Standard Bank por parte de ICBC, la pata financiera china más relevante junto con Bank of China y otras instituciones como el Eximbank, dedicado a financiar inversiones.
En hidrocarburos, la operación más importante fue la fusión de Bridas con Cnooc en 2010, que luego de la asociación con British Petroleum conformaron Pan American Energy. A ella se suma el gigante chino Sinopec, que se consolidó entre los 5 principales jugadores del petróleo nacional. El capítulo energético es quizás el más relevante junto con el agro. China es decisiva en la nueva generación de plantas hidroeléctricas (desde las santacruceñas hasta Portezuelo del Viento en Mendoza), en la generación solar y eólica, en los proyectos de litio (Ganfeng firmó un acuerdo con Jujuy para explorar la posibilidad de instalar una fábrica de baterías) e incluso en el tendido eléctrico. La central Hualong sería el gran salto adelante en esta relación.
El emplazamiento de la vertiente digital, dice González Jáuregui, “es una prioridad para China por el objetivo de convertirse en líder tecnológico. Y no se trata solo de 5G sino de la fibra óptica, la IA, los centros de datos o las ciudades inteligentes. No es casualidad que el año pasado Huaweii le donó a Argentina su tecnología para medir la temperatura para el aeropuerto de Ezeiza”. El líder mundial en ventas de smartphones realizó pruebas de 5G junto a sus competidores Ericsson y Nokia en una serie de ensayos organizados por el Enacom en marzo de este año. A ello se suma el anuncio de que Xiaomi ensamblará celulares en Tierra del Fuego.
Sergio Spadone, presidente de la Cámara Argentino China, cree que la decisión de 5G está lejos todavía. Y afirma que no está primera en la lista de prioridades: “El primer paso es ingresar en la Ruta de la seda”, opina.
La Cámara, creada en 1984, reúne a la mayoría de las compañías chinas con inversiones en el país y a las compañías argentinas que exportan sus productos hacia allí. Su objetivo, explica, es “tender puentes” entre ambas naciones, en todos los planos: desde la agilización del visado hasta las condiciones para exportar vinos. “Australia vende US$ 1.000 millones en vino todos los años; nosotros, 20”, ilustra.
Sobre los cuestionamientos al eventual condicionamiento de la Argentina en sus acuerdos con China, Spadone afirma que nuestro país adolece de “una falta de una visión a largo plazo de la relación que tendríamos que tener”. “Eso de que o nos casamos con China o nos casamos con el Mercosur o los Estados Unidos, es falso.
Nadie allá se va a molestar porque produzcamos cerdos con China. Y que los inversores tengan el 51 por ciento de los proyectos es una cuestión de mercado. No existen proyectos donde China traiga su propia mano de obra, por ejemplo. La Argentina tiene sus propias leyes y se van a respetar”.
Para González Jáuregui, “tenemos una trayectoria histórica de desconfianza, y entonces cualquier megapotencia que se acerca a la Argentina genera ciertas dudas. China tiene muy definido qué es lo que quiere. Ahora nos toca a nosotros definirlo”.

Eso de que o nos casamos con China o nos casamos con el Mercosur o los EE.UU., es falso.
Nadie allá se va a molestar porque produzcamos cerdos con China.” — Sergio Spadone, presidente de la Cámara Argentino China


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