11/05/2021 El Economista - Nota - Economía - Pag. 8

Rodrik ha hecho una contribución útil, pero sus aplicaciones revelan que la MPCI es una historia sobre las enormes posibilidades de que disponen los países ya desarrollados, y no tanto un menú para que las economías no desarrolladas puedan sortear la trampa del ingreso medio. Por Pablo Mira (*)
La matriz de política del economista Dani Rodrik
Pablo Mira

El economista Dani Rodrik es uno de los más reconocidos del mundo. Sus aportes específicos son relevantes, pero su mayor virtud es su visión panorámica de la economía y de las políticas. En lugar de ceñirse a una teoría influyente y declararla verdadera, Rodrik prefiere la construcción ecléctica, que en este tipo de economistas revela una señal de humildad acerca de lo que realmente sabemos en la disciplina. Rodrik describió con lucidez en el libro “Economic Rules” cómo se genera conocimiento en la profesión, y entre los “mandamientos del buen economista” que propone, figura uno que dice que no debe confundirse acuerdo entre los economistas con certidumbre acerca de cómo funciona el mundo.
Rodrik es un apasionado de los consejos concretos, pero matizados por el contexto. En lugar de brindar una solución matemática a los problemas y luego quejarse de que el mundo no se ajusta a ella, trata de proveer recomendaciones de política realistas y asequibles.
Su último aporte fue el desarrollo, en conjunto con Stefanie Stantcheva, de una Matriz de Política para el Crecimiento Inclusivo (MPCI). En la tabla adjunta, transcribimos lo esencial del MPCI al español.
La claridad usual de los esquemas de Rodrik, permiten comprender la MPCI casi por sí sola. El autor aclara que el cuadro no determina per se qué políticas son las correctas, sino que ilumina cuáles son las oportunidades disponibles en cada cruce entre etapa productiva y segmento de ingresos. Un aspecto que el artículo enfatiza es que las columnas (que representan las etapas productivas), no son sustitutos sino complementos: las políticas educativas, la imposición progresiva y las políticas de protección social contribuyen a incrementar la posibilidad de que el proceso productivo se lleve adelante sin generar situaciones de desigualdad o de inseguridad de sus participantes.
A continuación el trabajo brinda algunos ejemplos de políticas aplicadas en diferentes países, que ilustran el uso de la matriz.
Curiosamente, o no tanto, casi todos los casos que plantea Rodrik pertenecen al mundo desarrollado.
La imposibilidad de exhibir al menos una minoría de ejemplos para economías emergentes deja un sabor amargo, no por la calidad del trabajo del autor, sino porque queda la sensación de que éstos últimos países no tienen un acceso igualmente factible para aplicar lisa y llanamente las políticas planteadas.
En mi opinión, esto obedece a varias razones.
1 Primero, muchas de las políticas sugeridas son, al menos inicialmente, costosas para el fisco. El fortalecimiento de la educación, la transferencia de ingresos, las políticas industriales y la reducción de impuestos tienen efectos inmediatos sobre las finanzas públicas, que en el corto plazo pueden sumar stress en economías financieramente comprometidas, y amenazar su estabilidad antes de que las reformas maduren y brinden resultados positivos para las cuentas del Estado.
2 Segundo, si bien Rodrik propone compensar algunas de estas políticas con impuestos, en países donde el poder económico está concentrado la resistencia política a gravar la herencia o imponer a los más ricos suele ser implacable.
Es usual ver que se ataca estas medidas con el argumento de que su aplicación minará la confianza de otros empresarios no tan ricos para invertir, afectando el proceso productivo en su conjunto.
3 Tercero, varias propuestas requieren como condición previa el desarrollo de un expertise en la materia, que puede llevar tiempo.
El sistema no logrará de un día para el otro mejorar la educación, porque eso requiere que los cuadros docentes sepan en primera instancia cómo llevar a cabo semejante tarea. Algo similar ocurre con las políticas industriales, o con los créditos sectoriales: no es nada obvia la elección de la rama a promocionar. Más aún, en muchos casos resulta clave el diseño específico que se llevará adelante, pues suele pasar que “el diablo está en los detalles”.
4 Finalmente, muchas de estas medidas podrían fracasar si se aplican acríticamente. Algo así sucedió en Argentina con la baja de contribuciones patronales y la privatización de la seguridad social durante los ‘90, medidas originalmente destinadas a crear más empleo y mejores jubilaciones, pero que terminaron horadando las cuentas públicas al punto de volver todo el modelo económico de aquella época insustentable.
Rodrik ha hecho una contribución útil, pero sus aplicaciones revelan que la MPCI es una historia sobre las enormes posibilidades de que disponen los países ya desarrollados, y no tanto un menú de opciones para que las economías no desarrolladas puedan sortear la trampa del ingreso medio.
(*) Docente e investigador de la UBA


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