21/11/2020 Revista Information Technology - Nota - Información General - Pag. 74

Ninguna estrella fugaz
Sebastián De Toma
Gloria Dubner, astrofísica. Es una de las mujeres más reconocidas del país en el campo de la ciencia espacial. Cuenta cómo fue doctorarse en los 70 en un campo de hombres y por qué un asteroide lleva su nombre.

La situación política, como se suele decir, metió la cola y la física recién recibida Gloria Dubner (70) decidió especializarse en la astrofísica para resguardarse.“Empecé mi doctorado en 1975, en la Universidad de la Plata. Me daba lo mismo hacer biofísica o astrofísica pero me terminé decantando por esta última porque en ese año el biofísico que dirigía el grupo más importante del país, Marcelino Cereijido, se exilió”, recuerda, mirando atrás. Dubner, nacida en Chajarí, provincia de Entre Ríos, miraba las estrellas junto a sus padres y su hermana y eso la llevó, primero, a recibirse como física en la Universidad de Buenos Aires en 1974 y se doctoró en la Universidad Nacional de La Plata. Su especialidad es el estudio de los restos de supernova, para lo que utiliza los radiotelescopios distribuidos por todo el mundo, así como los telescopios espaciales. La diferencia entre los primeros y los segundos es que un radiotelescopio capta ondas de radio emitidas por fuentes de radio, generalmente a través de una gran antena parabólica, o un conjunto de ellas, mientras que un telescopio óptico capta imágenes en luz visible. Esta profesional de la astrofísica es autora de más de un centenar de artículos publicados en revistas científicas y es frecuentemente invitada a disertar sobre su especialidad en congresos internacionales. Además, es la exdirectora del Instituto de Astronomía y Física del Espacio en Buenos Aires, investigadora superior miembro de Conicet, exprofesora de la Universidad de Buenos Aires, y académica titular miembro de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Argentina.
Entre otras distinciones, recibió el Premio Consagración en Astronomía de dicha academia y el Asteroide 9515- 1975 RA2, un cuerpo menor del Sistema Solar de 12 km de tamaño, fue nombrado Dubner en reconocimiento a su contribución a la astronomía en la Argentina y su trabajo en favor de científicas mujeres. Tiene tres hijos y una nieta de 16 años. ¿Cómo terminaste enganchada con el estudio de los restos de las supernovas? Me gustaba; mi tesis la dirigió el doctor Raúl Colomb, que era el director del Instituto Argentino de Radioastronomía, y que falleció en 2008. Cuando explota una estrella hay gas alrededor que se mueve a 10.000 kilómetros por segundo: mi tesis consistió en estudiar el gas frío, el gas que hay entre las estrellas, alrededor de restos de explosiones de supernovas, para ver qué impacto produjeron esas explosiones en el ambiente. Normalmente, se forman como burbujas, empujando todas las nubes de gas de los alrededores. Decir lo de las burbujas es fácil y asi me lo vendió mi director de tesis. Observar el cielo y encontrarlas es muy complicado; se ven trozos de nubes de hidrógeno frío, pero es difícil saber a qué distancia están. Nunca estás muy seguro si están alrededor de la supernova o más cerca o más lejos. Hay que usar un montón de argumentos distintos para probarlo. Para 1982, con la llegada de mi segundo hijo, decidí que tenía que terminar la etapa. Escribí la tesis con la nena dando vueltas y el bebe en la panza. La entregué el 23 de junio de 1982 y al día siguiente llegó el nacimiento. Tuve un bebé 10 sobresaliente con mención especial; entregué una tesis de tres kilos y medio. Pero el doctorado lo empezaste antes. ¿Cómo fue hacer esa tesis tan díficil durante la dictadura? No había profesores en algunos temas y por eso elegí un tema poco controversial desde lo político, fue una forma de aislarme de la realidad. En 1976, secuestraron a Ana Teresa Diego, una estudiante de astronomía, y en cuyo honor fue bautizado un asteroide entre Marte y Júpiter. Sus restos fueron identificados en 2012. Nos bajaban de un micro para controlarnos y no todos volvían a subir. Cursar en la universidad en aquella época era una mezcla de inconsciencia y acostumbramiento al terror. Yo era docente, daba clases en la UTN; volvía de La Plata de estudiar e investigar allá y daba clases de noche. Nosotros nos quedamos en el país por motivos familiares; muchos compañeros de camada terminaron en la Comisión Nacional de Energía Atómica y fueron desaparecidos. Uno se encerraba, lo internalizaba y naturalizaba: una vez, un Falcon verde sin patente me acercó desde donde yo bajaba del colectivo hasta donde estaban las antenas, unos 1.700 metros. Estaba embarazada, no sabía nada del significado del color del auto y para mi era alguien que me estaba dando una mano. ¿Todos tus hijos llegaron en momentos especiales de tu carrera? Cuando estaba embarazada de mi tercer bebé, me presenté a un concurso para ser profesora de Física en Diseño Industrial, en la UBA, porque quería hacer algo de física aplicada. El jurado estaba todo compuesto por hombres y me dijeron que para marzo, cuando empezaran las clases, iba a estar de licencia. Les dije que sí pero que ahí no se me terminaba la carrera. Gané el concurso y estuve 16 años de profesora hasta que me cansé porque después del 2001 empezó a venir a la UBA mucha gente de universidades privadas y llegaban con demandas a las que no estaba acostumbrada. ¿Cómo siguió tu carrera? Mi carrera fue mucho de multitasking y coordinación. Como no pude hacer un posdoc en el exterior, me armé un circuito de personas de observatorios de todo el mundo para ir a trabajar. Me iba durante períodos cortos y después volvía. Después de dejar la enseñanza, en 2005, me dedique a la investigación, siempre con el foco en el final de la vida de las estrellas y su posterior explosión, lo que lleva a que termine explotando y cuál es el efecto sobre el medio circundante. Armamos series de estudio en el grupo, dentro del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE), y cada uno se especializó en distintas cuestiones, como el nacimiento de nuevas estrellas a partir de la supernova, el origen de los rayos cósmicos, el remanente de las supernovas, las formas que pueden tomar, cómo impactan en el medio interestelar. Lo que sucede ahí te cambia irreversiblemente todo el medio circundante porque afecta zonas de 100 o 200 años luz y ahí entran a tallar las estrellas de neutrones y los agujeros negros, las densidades más altas que puedan existir en el universo. Todo este tema es tan rico para estudiar que seguí 40 años de mi carrera ligada a supernovas y remanentes con todas las ramificaciones del tema y lo sigo estudiando. Los reconocimientos Tanto así fue que, en 2007, Dubner juntó a la doctora Gabriela Castelletti, y otros científicos de los Estados Unidos, siguieron las huellas de una supernova bautizada W44, una estrella que murió de manera espectacular hace 20.000 años en una violenta explosión. Las emisiones de este remanente fueron detectadas por el interferómetro Very Large Array (VLA), un complejo de 27 antenas ubicado en el sur de los Estados Unidos y el análisis de los datos tomó más de dos años. Que fueran dos mujeres no debería sorprender: en la Argentina hay una proporción de astrónomas mujeres más alta que en el resto del mundo, arriba del 30 por ciento contra un promedio que, con suerte, llega al 10 por ciento. Además, recibió el premio Enrique Gaviola de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en Astronomía (2008); primer premio UBA a la Divulgación de contenidos educativos, categoría Producciones Gráficas (2009). Y hace 10 años fue declarada una personalidad destacada en el campo de las Ciencias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por su labor docente, producción académica y compromiso en la promoción de la igualdad de género en las ciencias astronómicas (2010).

Discriminación El tema es ineludible. Dubner dice que estuvo rodeada de situaciones que no percibía como discriminación pero que ahora que empezó a frecuentar personas que estudiaron el tema se dió cuenta. “No lo sabía, estaba compitiendo con hombres que tenían más tiempo que yo. La licencia por maternidad dentro del Conicet tiene como mucho 10 años. Quedarse en casa, cuando me tocó a mí, era una ‘trampa’ que una arreglaba con los directores”, recuerda. “En los Estados Unidos, las investigadoras del Very Large Array tenían que elegir entre tener familia o dedicarse a su carrera.”

“Mi tesis fue estudiar el gas frío que hay entre las estrellas; los restos de explosiones de supernovas para ver, en concreto, qué impacto produjeron en el ambiente que las rodea.”


#18597394   Modificada: 21/11/2020 07:27 Superficie artículo: 1577.05 cm²
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