21/10/2020 Revista Apertura - Nota - Información General - Pag. 6

Otras relaciones carnales
La encrucijada argenchina
Tomás Rodríguez Ansorena.
En un contexto global complicado, ¿cuáles son los límites del “pragmatismo” internacional de Alberto Fernández en su relación con la potencia asiatica?

En poco más de 40 años, la política de Reforma y Apertura de Deng Xiaoping para instaurar su “socialismo de características chinas” transformó no solo a su país sino al mundo. Si el XIX fue el siglo inglés y el XX de los Estados Unidos, el XXI se perfila para ser el siglo chino. Y la Argentina es un buen ejemplo de esta transferencia. En abril de 2020, China desplazó a Brasil como el principal socio comercial del país. Una anomalía de la pandemia (en agosto, Brasil volvió al primer lugar) pero una señal clara de la estrechísima relación comercial entre ambos países. En 2019, el país exportó a China bienes agropecuarios por US$ 6.457 millones, la primera vez en décadas en que se registró superávit comercial (una anomalía, en este caso, de la recesión).
El 29 de septiembre, a días del 71° aniversario de la creación de la República Popular China, el presidente Alberto Fernández y su par Xi Jinping conversaron durante 40 minutos por teléfono. Según dejaron trascender, el tema principal fue la disposición del gobierno de ingresar en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un proyecto global de infraestructura y financiamiento al que ya suscribieron 19 países de la región. Una semana antes, la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires había publicado un video en sus redes advirtiendo sobre las “implicancias” de la iniciativa china: “préstamos usureros y opacos”.
Tensiones diplomáticas esperables en la era Trump.
Aunque no hubo comentarios oficiales sobre el tema, la conversación sucedió días antes del anuncio del Banco Central sobre la autorización para utilizar el yuan para pagar importaciones o emitir contratos futuros, como los que ya tiene disponibles Matba Rofex para la soja. La decisión desactivó los rumores sobre una conversión total o parcial a dólares del famoso swap (que ya suma poco más del 45 por ciento de las menguantes reservas locales) por los que el país hubiera debido pagar intereses. La activación hubiera tensado aún más la cuerda con los Estados Unidos, el país que en noviembre llega a una de las elecciones más importantes de su historia. Si en 2018 la guerra comercial transformó las reglas del comercio internacional, todo el mundo se pregunta si una derrota de Donald Trump volverá a hacerlo.
“El Gobierno apostó fuertemente a dos cosas”, dice Alejandro Corbacho, director del Depto. de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UCEMA. “La primera es que no va a ganar Trump.
Y la segunda es que China sea su palanca de apoyo”.
Para Corbacho, la razón de esta estrategia es el “odio visceral del Gobierno a los Estados Unidos”, lo cual hace que “entregue más de lo que China está pidiendo” y que “las oportunidades de negocio fuera de China se restrinjan”. Su diagnóstico es que “Argentina se está aislando” y que la principal consecuencia de una alianza fuerte con China es la “reprimarización de la economía”. Juan Negri, de la Universidad Di Tella, tiene otra visión.
Más allá del visto bueno a la Franja y la Ruta, los principales proyectos de inversión de China en la Argentina aún no terminan de activarse: la cuarta central nuclear, las represas de Santa Cruz e incluso el proyecto de producción de carne porcina no tienen todavía rumbo definido.
“No hay que mirar la política internacional en términos de malos y buenos”, aclara Negri, pero observa con preocupación la incidencia china. Y explica: “América latina es una región rule-taker, absorbe reglas, no las impone.
Frente a la bipolaridad China/EEUU, no hay una estrategia coordinada.
Brasil estaría a priori en contra del 5G de Huaweii y la Argentina a favor. La región perdería autonomía”.
Corbacho y Negri coinciden en que un triunfo de Joe Biden no cambiaría la preocupación de fondo: que la región no caiga en manos de China. Aunque pudiera haber “menos palos y más zanahorias”, la guerra comercial llegó para quedarse.

“América latina es una región que absorbe reglas, no las impone.
Frente a la bipolaridad China/EEUU, no hay una estrategia coordinada entre México, Brasil y la Argentina”.
Juan Negri, UTDT.

Alberto Fernández y su par chino Xi Jinping.


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