21/10/2020 La Nación - Nota - Economía - Pag. 17

Arriazu dijo que el dólar paralelo está “en un nivel de pánico”
Sofía Diamante
análisis. Advirtió que las reservas líquidas son negativas y que eso impacta en las expectativas de devaluación y en la inflación

diagnóstico sobre la situación económica.
Según sus cálculos, las reservas líquidas del Banco Central son negativas en US$500 millones.
Este dato, que es compartido por varias consultoras privadas, es lo que fogonea la expectativa de devaluación, que se ve reflejada en el crecimiento de la brecha cambiaria. “Se dice que el tipo de cambio es el de arriba [el paralelo], no es cierto, ese es el de pánico”, dijo, ayer, en un seminario organizado por la Universidad del CEMA.
“Para evitar un estallido social, se necesita conseguir recursos y cambiar el discurso para dar confianza.
Pero como generar confianza lleva tiempo, se necesitan recursos”, explicó.
Las alternativas que tiene el Gobierno, indicó, son pedir dinero fresco al FMI o utilizar el swap con China. La segunda opción, de alguna forma, ya se está usando desde que el Banco Central permitió que se compre yuan renminbi para operaciones de comercio exterior. “La Argentina importa de China US$700 millones por mes. Si se paga solo con yuanes, es como recibir US$700 millones por mes”, explicó.
Al momento de hablar sobre una posible hiperinflación, indicó: “En marzo dije que si no se escapa el tipo de cambio oficial, no había hiperinflación, ya que solo el 11% de los precios están explicados por el paralelo, el resto está fijado por el oficial. Para eso, hay que tener reservas; el tipo de cambio se escapa cuando no hay reservas.
Hoy nos estamos quedando sin reservas, estamos jugando con cancha barrosa; está muy complicado”.
Para el economista, las reservas se perdieron aun con control de cambio y superávit comercial porque “hay un enorme problema de confianza”. “Aumentar el gasto público [para traccionar la economía] no garantiza que crezca, ya que se aumenta el déficit; esto genera desconfianza y hay salida de capitales.
Se termina generando una caída de la actividad. El crecimiento tiene que venir por el aumento de la confianza y del gasto privado”, recomendó.
“La inflación es un problema monetario en el largo plazo; el aumento general de precios se da cuando hay un desequilibrio en la unidad de cuenta. Pero en el corto plazo es más complicado bajar la inflación porque la verdadera unidad de cuenta en la Argentina es el dólar: cuando se mueve, se mueven todos los precios y automáticamente se entra en una espiralización. Una devaluación bien hecha se traslada en un 90% a precios en el transcurso de 12 meses; una mal hecha, el 112%”, explicó.
Por eso, dijo, hay que atacar tres problemas al mismo tiempo: lograr equilibrio fiscal, dejar de emitir y desindexar la economía. “Se intentó dos veces, con el Plan Austral y la convertibilidad. En el primero, al poco tiempo se subieron los salarios, y en el segundo, se aumentó el déficit. El problema no se resuelve con fijar la tasa de interés o limitar la cantidad de dinero; tampoco con fijar el tipo de cambio y seguir emitiendo”, comentó.
El economista dijo además que “no existe tal cosa como una faltante estructural de divisas”. Y explicó: “La balanza de pagos tiene tres Sofía Diamante LA NACION grandes líneas. En primer lugar, la cuenta corriente, que es la diferencia entre el ingreso y el gasto de un país. Cada vez que tenemos déficit es porque un sector gasta más que su ingreso; a veces es el sector privado, pero en la inmensa mayoría es el Gobierno”.
“Segundo, la variación de reservas, que es la diferencia entre la demanda de pesos y lo que emite el Gobierno.
Si la gente demanda más pesos de los que se emiten, tengo superávit; si es al revés, tengo déficit. La confianza entra en la demanda: no me quedo con pesos si creo que voy a ganar más yéndome al dólar”, siguió.
“Lo que une a las dos anteriores es la cuenta capital. Lo fundamental es la demanda de pesos o la de dólares: en julio y agosto, la emisión fue más chica que en los meses anteriores y el déficit primario fue más chico, pero en junio ganamos reservas y en julio y agosto perdimos. Esto es porque no hubo demanda de pesos porque fue cuando empezaron a hablar de Vicentin y asustaron a la gente. Mientras sigan con ese discurso, la gente no querrá tener pesos”, advirtió. E indicó que cambiando el ministro no se modifica la situación. “Por más que vengan Cavallo, Lavagna o Melconian, hasta que no se demuestre que el ministro es el que manda, no hay confianza”, concluyó.

Arriazu: “[El Gobierno] tiene que cambiar el discurso”


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